martes, 26 de julio de 2016

Independencia.

Quisiste convertirme en Roma, y así me dejé, sólo que tú esperabas algo más acorde a ti, y cuando me quedé en ruinas te marchaste. Y mientras tú construiste un arco del triunfo para conmemorar tan grandiosa victoria, yo desde las cenizas levantaba murallas alrededor de mi corazón; protegiendo lo que realmente importa.

Murallas tan profundas que se hundían hasta el infierno, tan altas que se perdían entre las nubes. En ruinas me dejaste, y entre escombros me puse en pie, sabiendo que todo lo sucedido había sido culpa mía. Quise que alguien como tú, el Rey Midas a la inversa viniese a inaugurar mi fortaleza, mi imperio.

Pero que todo ha cambiado, ahora soplan vientos de otros puntos cardinales, y en mi puerto atracan nuevos navíos, cruceros diferentes. Ya no me atracas sólo tú a mano armada. Ahora elijo yo. Y he decidido que sólo seas una ley más en mi país, aquella que prohíbe comerciar contigo. Lo siento, pero he reducido a la nada todo puente que nos conectaba. Han crecido bosques donde tú solamente dejaste tierra muerta y abrasada. Abrasada por un amor que no tenía chispa, simplemente una llamarada que quemaba todo a su paso, bueno o malo.

Ahí estaba todo, hecho polvo. Cada año celebro mi independencia, una victoria aplastante que exigía una libertad necesaria. Que países vecinos ya me lo habían comunicado periódicamente, que tu ejército era un arma de doble filo. No sólo los míos, hasta tus aliados lo comentaban. 

He dejado mis aviones en el hangar; todos ellos no vuelan ni para ti, ni para bombardearte. Pedí un alto el fuego, y elevaste una cerilla para prender mis alas.

Supongo que siempre hemos tenido pensamientos equivocados, nunca supimos llegar a un acuerdo. No, no te engañes; aquello fue una guerra fría, ¿pero qué digo? una guerra polar. Hasta que ambos nos armamos hasta los dientes y peleamos sacando las uñas. Nos herimos hasta el alma, y ahí seguíamos, como si nada, porque nuestro orgullo siempre ha valido más que todas las cosas y era necesario ver como el otro caía, para tener nuestra dignidad por la estratosfera.