viernes, 4 de noviembre de 2016

Pinceles que trazan sonrisas.

Porque el sol pinta en cada amanecer un nuevo día ya que no hay nubes grises, mientras el viento va cantando su canción, y mis raíces son más fuertes, han penetrado más y más.
Como si fuera primavera cada vez que mi corazón susurra una melodía nueva, porque está feliz, gracias a que los pájaros se comieron las hormigas que poco a poco lo debilitaban.

Porque el agua de las lluvias torrenciales borró todo. He sentido que he evolucionado y que todo se lo llevó la brisa, ese cambio de aires que tanto odio le tenías, y ahora lo entiendo, porque sabías que no te pintaría en mi nuevo paisaje. Que los colores serían más vivos, perdón, son. Que ahora ya brillo de nuevo.

Porque donde me encuentro es un sitio maravilloso donde nada duele, donde el dolor no está a la orden del día y todo lo que me hace feliz me rodea. Que la música suena más alto aquí en mi zona. Y aunque no podíamos por el cielo, caminé contigo por el infierno, y ni eso me importó; llámame egoísta pero es que no pienso volver a quemarme cuando el que prendía aquello eras tú.

Porque dicen que el infierno puede ser divertido si estás con el demonio adecuado. Mentiras. Lo primero es que no te tendrías que buscar a ningún demonio, mejor solo que mal acompañado dicen. Verdades como puños, piernas, cabezas, brazos y demás. 

Porque supongo que viste justo romperme el corazón después de que yo lo hiciera con tus esquemas. Atacaste por miedo y confundiste al enemigo, y te doy las gracias, porque ahora ya nada puede frenarme ni herirme, puesto que llevo mi escudo a todas partes. Porque gracias a ti me hice más fuerte.

Porque ahora gracias a ti dudo, y sí, dudar de las personas es algo bueno, y nuevo también. No le entrego mi mejor sonrisa a quien sea, sólo a quien lo merece. Porque esas personas las puedo contar con los dedos de las manos, y son las mismas que en mi peor momento no sólo me echaron un cable, sino todo el sistema electrónico de Apple, Google y Samsung. A esas les debo la vida.

Porque también aprendí que eso de mantener a tus enemigos cerca es una tontería como la catedral de Burgos. Como todo lo que salía por tu boca, exceptuando lo que me comentaste: "es que tú te mereces a alguien mejor, a tu altura" y yo como un loco rebajándome para que tú estuvieras a mi nivel.

domingo, 16 de octubre de 2016

A(r)ma(r)me

Me asusta pensar que estás derribando mis muros de un sólo soplido como hizo el lobo feroz, espero que no me acabes devorando. Me dejaría. Poco a poco has estado construyendo tus puentes alrededor de mi reino. Has esperado con paciencia, como la leona que observa a su gacela, y ataca. Y atacas. Y yo no opongo resistencia alguna, porque sé que sería una perdida de tiempo resistirme a ti, sabiendo que has empleado en esta batalla a todo tu arsenal. Has enviado a este combate a tus mejores guerreros, con la certeza de que ganarás.

Pero pongo las cartas sobre la mesa, ¿por qué ha sido tan fácil? ¿por qué no he querido pelear? puede que sea mi estrategia, porque en el fondo vas a salir perdiendo tú.
"Mantén a tus enemigos cerca" me digo, porque cualquiera que intente robarme el corazón siempre lo será. Pero hay muchas cosas que no sabes, de las otras no te has dado cuenta.

Sabías que ganarías la batalla, pero la guerra no termina hasta que yo la gane. Me sé esos trucos, y te advierto que también iré un paso por delante. ¿Por qué te cuento todo esto? ¿por qué me vuelvo vulnerable ante ti si se supone que eres mi enemigo? posiblemente sea porque quiero que conozcas como juego, porque busco que me sorprendas.

Busco que quieras ir tú dos pasos por delante, busco que si de verdad te interesa pelear para ganar, lo hagas. Busco que no sea una partida fácil, ¿dónde estaría la emoción? No te prometo nada, pero te puedo dar todo. Todo lo que merezcas, el más maravilloso de los cielos o el peor de tus infiernos.
Que pelees con uñas y dientes y no te rindas a la primera de cambio. 

Como dijo Bukowski: "Si vas a intentarlo, ve hasta el final. De otro modo, no empieces siquiera."
Y aquí me tienes, queriendo que pases la línea. Te abro mis puertas, pero te advierto que no será fácil; piensa que por ahora te estoy dejando ganar, dando tiempo a tu plan. Impaciente por saber cuál será tu próximo movimiento.

Y si vienes, no te vayas
que si te quedas, te doy el cielo.
Y si no vienes, te buscaré yo.
para que derritas mi hielo,
sólo necesitas amor.

Y si te escondes, hazlo bien
en cualquier caso te encontraré.
Porque ninguna rosa;
sobrevivió al invierno.

martes, 13 de septiembre de 2016

Apunta y dispara.

Y a mis enemigos ya no les apunto con mis armas, aprendí a tirar mi munición y levantar la cabeza. Matándolos con pura amabilidad. Dejé de afilar cuchillos para darle brillo a mi sonrisa; que se preguntaran lo que sucedía.

Intriga, siempre me ha gustado crear intriga, que se queden con ganas de saber más, de saber porqué les doy agua cuando podría dejarles agonizando muy lentamente. Dando guantazos sin mano, que esos son los que más duelen. Y si me lo dan a mí, pues se pone la otra mejilla. Señalandoles los sitios en los que no me han acuchillado, para que lo hagan otra vez.

Porque creo en el karma, en su magnífico trabajo y en que tiene una tasa de fallo del 0%. Más tarde o más temprano, a cada cerdo le llega su San Martín. Y ahí estaré yo, esperando paciente en el matadero para ver como hace efecto la ley de acción-reacción. Un boomerang que siempre vuelve con fuerzas.

La venganza es dulce, tanto que los diabéticos la tienen prohibida. Aún así también trae sus consecuencias, te envenena, te desgasta, te trae dolor. Por eso soy de la opinión de que el tiempo es el juez más sabio, y que su veredicto siempre va a misa. Si eres culpable o inocente, es por algo.

Apunta y dispara,
no me muevo.
Apunta y vigila tus espaldas,
pero yo sigo aquí.
Apuntas y disparas
aún así me mantengo en pie.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Rise.

Al final me convertí en ese tipo de persona, perdón, me convertiste. Ya no soy de los pisados, la presa, el cazado, el del jaque mate. Ya no. Tampoco soy de los que pisan para marcar, el depredador. No quise transformarme en una versión de ti -aunque hubiese sido mejor que tú en este juego de hacer daño-. Soy de los que cuando pisan el suelo por la mañana oigo al diablo susurrar "Oh mierda, ya está aquí."

Tuve miedo, estaba aterrado, temblando; pero todo en pasado. Adivina, ahora soy invencible. Aunque de todo esto he de darle las gracias a mis miedos, sin él, hoy no sería una versión mejorada de mí. Me hizo fuerte, precavido y frío en los momentos que lo requerían. Vivo como si ya no le hiciese caso a mi corazón, ya no me dejo engañar por él y me guío por la razón.

Supe mirarme con otros ojos y dejé de lado mi "gran" desdicha y la autocompasión. Sentí la rabia corriendo por mis venas, el odio apoderándose de mí, de la mano del rencor. Cual anaconda que lleva un año sin comer, así me tenías; sediento de venganza. Engañado creyendo que tu veneno me mataba sin saber que no eras una amenaza, menosprecié el mío sin darme cuenta de que podría ser mortal si lo utilizaba contra ti. ¿En qué me habría convertido si todo esto hubiese ganado la guerra? Perdí batallas, pero no contra ti, el único enemigo semejante a mi nivel está dentro, soy yo mismo. Y nos aliamos. Ambos tenemos -teníamos- un enemigo común.

El camino fácil era ese. Pero me puse en pie, me sacudí el polvo y reprimí lo que un día redimí, enjaulé mi lado salvaje con las mismas cadenas que tú me ataste.
Le di brillo a la armadura, la prueba clave para el juicio; todas las marcas de pelea estaban ahí. Y eso, fue lo que hizo que hoy sea más fuerte, pero menos que mañana.

Tardé en llegar a la cima, y aunque fue un paso de hormiga el primero -lo que me permitían mis fuerzas- no me llevó hasta allí arriba; pero si me sacó del caos en el que estaba. Lo vi todo más claro, desde otras perspectivas y ángulos. Obtuso yo por no haberme dado cuenta antes.

No me convertí en ti,
no dejé que mis sentimientos me nublaran el juicio.
En resumen, no perdí.
Y que nadie cuestione,
si la balanza está mal inclinada.
Y que nadie hable con la cabeza vacía,
pero llena de mentiras.
Y que no pierdas la paciencia,
que el tiempo es el juez más justo.

miércoles, 31 de agosto de 2016

A día de hoy.

¿Realmente piensas que fue duro el último adiós? Lo que realmente dolió no fue que te marcharas, créeme que las despedidas no me hacen daño. Fue todo lo que vino después. Fue que te fuiste para no volver. Fueron todas las cicatrices que se abrieron, porque ya sabes que siempre me ha gustado rascar hasta que saliera la sangre. No fue lo que se fue lo que me hizo daño. Fue quien se fue.

A día de hoy todavía noto que el corazón bombea más lento, ya no lo hace con la misma fuerza con la que solía. Como si se tratara del motor de un Ferrari. Y mis alas ya no cortan el viento como antes, pero tampoco me frenan. Tampoco brotan lágrimas, las mismas con las que antes me ahogaba; no, ya no. También recobré el aliento, como si hubiese estado meses corriendo sin parar, exhausto y sin respiración. Porque tu veneno no sólo afectaba a ese músculo al que todavía hoy odio. Fue una sustancia que iba asomando la patita lentamente por todo mi cuerpo, y cuando me quise dar cuenta era demasiado tarde. O eso pensaba.

A día de hoy noto que he avanzado, que me he distanciado de todo lo que me hacía no ser yo, no ser especial, no ser único. Puse mil océanos de por medio, pero eso no sirvió, no como yo quería que lo hiciera. Así que también levante montañas, tan altas que rozaban la luna con su cumbre. Me imaginé que era feliz, hasta que tuve que dejar de hacerlo.

Soporté dolor, el cual no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Pero supongo que todo eso me lo busqué yo, por no atender a razones, por querer sentirme "libre" cuando en realidad me estabas atando.

A día de hoy a veces pienso en ti, aunque no lloro. Ni tampoco sonrío. A veces pienso en ti, pero para asegurarme de que no me vuelvo a meter en el mismo berenjenal. Y porque es inevitable no ver las cicatrices que dejaste. Pero si hay, es porque la herida ya ha sanado.

A día de hoy me pregunto si te tomaste a la ligera aquella noche que te dije que me marchaba, con lo puesto y para no volver. 

A día de hoy todavía noto que el corazón bombea más lento. ¿Las buenas noticias? significa que todavía sigue luchando.
A día de hoy me doy cuenta de que soy, con o sin ti.

Tu contacto, tú con tacto.
Te lo dije, que me iba;
y me fui.
Aunque no lo supiste,
Fue la definitiva.
Me fui de ti.
Para no volver jamás.



miércoles, 10 de agosto de 2016

Roller coaster.

La peor guerra a la que puedes enviar a tus mejores guerreros no es la que haces contra tus enemigos, la haces contigo mismo. Cuando te quedas solo, cara a cara con tu mayor rival, tus mayores miedos se alimentan de ti y ahí estás tú; dándole vida a algo que a la vez te la quita. Porque conoces tus secretos más oscuros y acabas jugando sucio, en este tipo de peleas no hay reglas, eso de "no vale pegar mordiscos" no sirve.

Las razones son diversas, pero una única solución. Hacerte un análisis interno. El dolor yo lo divido en dos: el que te hace daño pero más fuerte y acabas aprendiendo de él, y por otra parte, aquel que te consume, te envenena lentamente y que no sabes que existe, pero ahí se encuentra. Es el último el que se evita siempre. Y aquí lanzo mi pregunta, ¿cómo vences a alguien que sabe todos tus puntos débiles? Alguien que te ha acompañado en todo momento, en los buenos y en los malos.

Si te descuidas, ataca donde hace más daño, te ridiculiza, hiere tu orgullo y tu dignidad la deja en el asfalto, con la respiración entrecortada y suplicando que no te de más golpes para poder inhalar una gran bocanada de aire fresco.

Se trata de intentar buscar oxígeno nuevo, puro y limpio. Rastrearlo hasta bajo las piedras. Es irónico que tengamos que perdernos para poder encontrarnos. Y que la única persona que nos pueda ayudar sea la única que nos pone el pie en el cuello.

martes, 26 de julio de 2016

Independencia.

Quisiste convertirme en Roma, y así me dejé, sólo que tú esperabas algo más acorde a ti, y cuando me quedé en ruinas te marchaste. Y mientras tú construiste un arco del triunfo para conmemorar tan grandiosa victoria, yo desde las cenizas levantaba murallas alrededor de mi corazón; protegiendo lo que realmente importa.

Murallas tan profundas que se hundían hasta el infierno, tan altas que se perdían entre las nubes. En ruinas me dejaste, y entre escombros me puse en pie, sabiendo que todo lo sucedido había sido culpa mía. Quise que alguien como tú, el Rey Midas a la inversa viniese a inaugurar mi fortaleza, mi imperio.

Pero que todo ha cambiado, ahora soplan vientos de otros puntos cardinales, y en mi puerto atracan nuevos navíos, cruceros diferentes. Ya no me atracas sólo tú a mano armada. Ahora elijo yo. Y he decidido que sólo seas una ley más en mi país, aquella que prohíbe comerciar contigo. Lo siento, pero he reducido a la nada todo puente que nos conectaba. Han crecido bosques donde tú solamente dejaste tierra muerta y abrasada. Abrasada por un amor que no tenía chispa, simplemente una llamarada que quemaba todo a su paso, bueno o malo.

Ahí estaba todo, hecho polvo. Cada año celebro mi independencia, una victoria aplastante que exigía una libertad necesaria. Que países vecinos ya me lo habían comunicado periódicamente, que tu ejército era un arma de doble filo. No sólo los míos, hasta tus aliados lo comentaban. 

He dejado mis aviones en el hangar; todos ellos no vuelan ni para ti, ni para bombardearte. Pedí un alto el fuego, y elevaste una cerilla para prender mis alas.

Supongo que siempre hemos tenido pensamientos equivocados, nunca supimos llegar a un acuerdo. No, no te engañes; aquello fue una guerra fría, ¿pero qué digo? una guerra polar. Hasta que ambos nos armamos hasta los dientes y peleamos sacando las uñas. Nos herimos hasta el alma, y ahí seguíamos, como si nada, porque nuestro orgullo siempre ha valido más que todas las cosas y era necesario ver como el otro caía, para tener nuestra dignidad por la estratosfera.  

sábado, 4 de junio de 2016

¿Qué pasa?

Siguen pasando las horas. No es nada novedoso, pero me he percatado de que ahora no pasan lento, tampoco rápido; simplemente pasan. Pensarás que estoy loco, pero no. Pasan como pasó tu tren, ese que no se detuvo en mi andén a querer esperarme. Pasa como pasan los días de febrero o los de agosto. Pasan como tus ojos lo hacían por mi cuerpo, fijando un blanco para después atacar. Pensaba que era por deseo, me he dado cuenta de que era por hambre, al igual que tus recuerdos, ¿qué ha pasado? Que no he querido seguir alimentándote. No, y no me vayas a preguntar la razón, la sabemos de sobra.

Pasó mi vida ante mí, preferí girar la cabeza hacia otro lado. Qué cierto eso de que no hay peor ciego que el que no quiere ver (sé que ese no es el sentido que se utiliza, pero como es mi blog, mi ordenador y mi entrada; transformo, monto y descuartizo las cosas a mi antojo). Qué bonita la venda que me regalaste, pero qué sucia está ya de intentar limpiar tus mentiras, excusas y lamentos (así que te la devuelvo, para que la laves y se la regales a otro).

Pasaron tus ganas, también pasé yo. Pasé de que siguieras haciéndome daño, encadenandome, moldeando cual bola de arcilla a tu antojo. Pasó el otoño, y con él mis ganas de seguir besándote. Con él mis ganas de seguir en pie tras tantos balazos a quemarropa. Gracias a esto me he dado cuenta de que soy capaz de curar un corazón roto, ya lo sé para la próxima vez que coincidamos. Miento. ¿Has visto qué bien se me da eso de engañar? Pero que no se te suba mucho.

Siguen pasando las horas, es raro que antes pensase que éstas habían asumido el papel de los días. Me doy cuenta de que no es así, no lo ha sido y jamás lo volverá a ser. Han pasado mis ganas de quererte, no sé dónde estarán, puede que en el vertedero. Así mejor, en serio, que no vuelvan porque ahora su puesto las están ocupando mis ganas de quererme.

Pasan tantas cosas,
que al final no pasaste.
Pasaste tanto por mí,
que parecía un atropello.
Pasaron los días, se pasó la pasión.

¿Qué pasó realmente?
¿Te cuento?
Mejor paso.






sábado, 28 de mayo de 2016

Gélido.

La culpa fue mía esa segunda vez,
tenía frío.
No debí haber vuelto
¿qué le hago?
No recordaba que tu corazón siempre había sido así;
como un témpano de hielo.

Que si una sonrisa no te calienta,
te cedo el mío.
No hay mayor desgracia que no poder amar;
no recibir una pizca de alegría.


jueves, 7 de abril de 2016

A ti. A ella. A Inma.

A ti, donde siempre he ido a parar cuando necesitaba que me curaras el ala rota, porque siempre te ha gustado verme volar libre. Y alto; rozando el sol. Cuyos brazos siempre me han dado protección, consuelo y coraje. Donde he encontrado un calor que me resultaba familiar, pero también las más duras de las verdades que necesitaba escuchar. 

A ti, que has sabido de mis mejillas limpiar las lágrimas, las cuales parecían ríos desbordados tras un diluvio de siglos. A ti, que has sabido que llore de alegría y ría cuando menos pensaba que podría hacerlo. Tú que siempre has estado al pie del cañón y que has hecho que recobre la felicidad, el brillo en los ojos -que como Lola decía "eso es algo que no se puede operar"-

A ti, que has conseguido alegrar hasta el paseo de los tristes. La Alhambra ha sentido envidia de tu belleza interna, porque esa ha sido siempre tu esencia. Por saber ser y estar, y más conmigo, que sabes que siempre he sido un poco -bastante- difícil de llevar. 

Que dicen que no hay peor sordo que el que no quiere oír, pero es que tus risas son música hasta para el mismísimo Beethoven, el cual creo que se inspiró en ti y no en esa tal Elisa. 
A ti, que aún sabiendo que tus consejos caerían en saco roto conmigo, ahí estabas, ahí te sentía. Haciéndome ver que no se puede ser feliz con un corazón triste. Y que uno que vale oro debe dedicarse a sonreir.

A ti, que sin esperarte llegabas.
A ti, que sin verte te he sentido.
A ti, que la palabra gracias sería un insulto.
A ti, que has sabido sacarme siempre de mis casillas. 
Para llevarme a otras en las que merecía estar.

A ti, porque yo no existiría sin tu tú.

miércoles, 6 de abril de 2016

La última calada.

¿No te  ha pasado nunca que te has sentido como ese último cigarro de la cajetilla? ¿Quién iba a saber que era el último? Ni él mismo. ¿Pero de qué hablo? No había caído en que aquí el cigarro siempre he sido yo; tú solamente los labios que lo conducían a una fría y segura destrucción en el más duro de los cimientos, -y pisoteado, pa' rematar bien la faena- entre inspiración y espiración, que entre tus carcajadas no sabías que se me iba consumiendo la vida con cada calada. Eso sí, tú siempre tan inocente, sin saber que tras esos labios agrietados y sedientos de mentiras y sangre de corazones puros -ya ves, hoy me ha dado por los corazones- se iba apagando una llama, para dejar una colilla inservible que ni el más adicto a la nicotina un domingo por la tarde y sin tabaco, querría coger del suelo.

De una cosa me di cuenta, al igual que estos tubos de papel llenos de sustancias necesarias para un fumador, yo también tenía luz, brillaba. A diferencia de ti; de otro hecho me percaté, tú no tenías ese brillo. Que a lo mejor queda feo echarme flores -¿quién me las va a echar si no lo hago yo? ¿tú? lo dudo.- y que solamente lo digo para desprestigiarte, no es así, mi abuela también me lo dice. Y con todo esto llegué a una conclusión, y es que el que no sabe centellear, malgasta su tiempo en apagar a los demás.

Yo siempre cigarro, y pensaba que era porque te había causado adicción. Aunque ignorase por completo la realidad, como era de suponer no era así, ni mucho menos. En ese mismo instante posé mis pies sobre el suelo, el mismo al que me mandabas cuando terminabas conmigo. Pero esta vez hay una diferencia, no estoy sobre mis rodillas, ni volveré a estarlo; esta vez estaba frente a ti, mirando al peligro a los ojos y muy desafiante yo, lancé mi grito de guerra. No te tenía más miedo, ya no era preso de tus cadenas.

martes, 5 de abril de 2016

Magia de andar por casa.

A estas alturas no hace falta que te diga que nunca he creído en la magia, y lo sabes de sobra. Pero tus trucos eran cosa de otro mundo. Siempre impaciente por ver qué excusa te sacabas de la chistera, porque mis ganas de creerte eran superiores a la certeza de que la magia es algo imposible. Como buen mago, nunca me revelaste el secreto que escondían tus trucos. Yo como buen público lo único que hacía era asentir con entusiasmo. Tampoco creía en el dolor, pero tú fuiste experto, en magia y en ese semiplacer que nos hace querer ser siempre desdichados, porque nunca queremos ser del todo felices.

Nunca he sabido seguir tus pasos, supongo que seré un mago nefasto, porque siempre acababa cantando a voces cómo se hacía. Mis secretos y mis debilidades también, pero eso es otro tema.
Mil veces me he repetido que la magia no existe, que debía de haber algo más, y lo había. Ya te digo que eso de cortar por la mitad a una persona va contra las leyes de la naturaleza, pero nadie dijo nada de corazones -te felicito, eso lo haces de miedo, ni Houidini-. Ahora caigo que el truco de atarse con cadenas en una urna llena de agua es un truco de escapismo, y lo tienes que hacer tú mismo; no debías meterme a mí en aquel berenjenal, ¡que yo no sé magia, joder!. Pero ahí estabas, me ahogabas y me salvabas -claro que lo único que veía era la última parte- muy abrumado por sentirme a tu altura. Aunque siempre has sido tú y tus trucos.

Te felicito por esos trucos tan magníficos que te habrán costado años de mentiras y de varitas rotas    -así como también corazones- pero también te doy mi pésame, puesto que al final y sin excepciones la verdad sale a la luz, y todas esas farsas no iban a ser menos. Aprendí tus trucos, del derecho y del revés, de norte a sur, por delante y por detrás, incluso tu cara oculta. Y me hice inmune. Inmune a todos esos juegos del "Magia Borras", porque yo también leí las instrucciones, sólo hacía falta recordar quién era y si me merecía ser un simple ayudante. ¡Iba en contra de mis principios! ya sabes que siempre he querido aspirar alto, que a lo mejor tenía muchos pájaros en la cabeza, pero de lo que estoy seguro es de que a alguien a quien se le puede partir el corazón en un truco -y no a una persona, que a mi parecer eso es de principiante- y seguir teniendo fe en el amor, debe aspirar alto.

No te preocupes, ya termino -lo bueno si breve dos veces bueno, aunque a veces no es así. Y aquí me ahorro un comentario que podría dejar tu dignidad por los suelos-. Yo que siempre he pensado si servía para eso de la magia, a día de hoy me doy cuenta de que no, y lo asumo. Si eso abarca sacarte de la manga un as, una reina de rombos o una mentira. De la chistera un conejo, palomas o excusas, prefiero seguir haciendo lo que sé.

Y aunque no sé de magia
ni de sacar flores de la chaqueta,
de un golpe de varita
hice que te esfumaras de mi vida.


miércoles, 16 de marzo de 2016

Mixto. Como el sandwich.

No me sirve que me mires por el rabillo del ojo, como a otro más de la calle. Como tampoco me sirve ser la última calada del que se ha propuesto dejar de fumar. A lo mejor mañana llueve, o puede que haga sol, el mundo va a seguir girando; a no ser que me den un punto de apoyo para poder parar todo este caos irreversible para cualquier mortal. Porque si se nace Dios, hay que morir como tal. Si quieres que sean las estrellas las que te guíen todas las noches y no mis manos, allá tú y tus historias para no (querer) dormir. ¿Por qué temes dormir? me pregunta a gritos mi corazón. Porque no quieres dormir cuando tienes miedo, miedo de tu mente. Porque no sabes qué es lo que vas a encontrar al cruzar la puerta que separa lo apolíneo de lo dionisíaco. Déjame disipar todas tus dudas con un par de copas y unos brazos en los cuales te sientas como en casa. Déjame ser luz entre tanta oscuridad. Deja que sea mi luz la que me señale el camino; no seas egoísta. A veces se puede brillar sin consumir a los demás, sin ahogar la llama interna de otro.

No serán dos soles, sino el resplandor de mis ojos lo que te ciegue. Lo que te mantendrá en vilo hasta el alba. Una vez rechazaste ser el viento a favor en un mar en calma, ahora en la tormenta, no busques botes en mi barco. Porque si dijimos de poner las cartas sobre la mesa, no es jugar limpio sacar un comodín de la manga para intentar ganar y hacerte con todo lo que brilla.

Ser feliz está bien. Ser feliz con uno mismo es parecido al elixir de la vida eterna, ahora que lo sabes, que lo sé; podemos ponerlo en uso. Por separado. Simplemente no se me ocurren más historias que contarte, y más si estamos tan cortantes. ¿Y qué si soy la gota que colma el vaso? A veces está bien ir a contracorriente. ¿No pueden todos estar equivocados? ¿Va en contra de las leyes de la naturaleza?

Es realmente triste que hoy se duerma para descansar y no para soñar. Porque mientras que quede atisbo de luz, no todo estará perdido.