martes, 16 de mayo de 2017

Ahora que nadie nos ve.

Y ahora que nadie nos ve, perdamos las formas. Dejemos suelto nuestro instinto animal y no reprimamos las ganas. Corramos salvajes. Tú detrás y yo delante. Yo delante y tú detrás. Te sigo el ritmo, nuestros corazones se han puesto de acuerdo para latir a un mismo compás, para fundirse en uno solo; como tú y yo hacemos.

Ahora que nadie nos ve, gritemos hasta dejarnos la garganta, vamos a despellejarnos el uno al otro, hasta que las llamas se conviertan en cenizas. Volvamos a prender otro fuego si nos quedamos con las manos frías. Ahoguemos nuestros deseos en lujuria, seamos irracionales por una noche. Que tu mirada baile por todo mi cuerpo, recorriendo los lugares donde quieres perderte. Practiquemos el arte de ser indomables, impredecibles.

Ahora que nadie nos ve, seamos tan imprecisos como las estaciones. Provoquemos inundaciones en agosto, sequías en enero y llevemos la primavera al infierno. Sigamos con este juego, el de probarnos y volvernos locos. Continuemos con la respiración entrecortada. No se serenarán las emociones despertadas debido a la adrenalina que viaja por nuestro cuerpo al sentirnos libres, porque seremos invencibles, irreducibles.

Ahora que nadie nos ve, rompamos los esquemas establecidos por una sociedad que a cada segundo que pasa, carece de más valores; de más amor. Contagiemos la ilusión del primer roce, del primer derroche de fantasías aderezadas con besos tan ardientes como una supernova.

Ahora que nadie nos ve,
ni nos oyen.
Ahora que nadie vuela alto,
seamos libres.
Ahora que todos nos ven;
hagamos el amor.