domingo, 20 de diciembre de 2015

Victoria.

Reventé con los dientes la burbuja en la que estaba. Con mis propias manos destruí el pedestal al que te había subido. Y empecé a dibujar sonrisas en los surcos que las lágrimas pudieron dejar, renaciendo de las cenizas como si de un ave fénix se tratara. Porque de un modo u otro todas las heridas sanan, todas las cicatrices pueden disimularse.

Sé que si no hay imposibles, es porque todo es posible, también que ninguna ventisca ha durado más de lo que lleva brillando el sol allí arriba, donde volé tan cerca pero que a mi sorpresa, no me quemé; tampoco mis alas.

Tengo muchas preguntas, las cuales sólo el tiempo más sabio sabrá darme las respuestas. También he tenido mucho miedo, pero en pasado. Ahora solamente pienso en un futuro perfecto, en un futuro mío.

Le adjudiqué todos mis temores a la esquina del olvido, ahí siguen, en un rincón con miedo a atacarme porque saben que ahora mi coraza es del acero más resistente jamás creado. Porque saben que ya no pueden hacerme dudar de quién soy ni de qué quiero.

Llegar al fondo de este océano me ha servido para aprender a nadar con tiburones, ninguno ya me ve como una presa. Perderme dentro de los bosques con los lobos ha sido de gran ayuda para convertirme en el jefe de su manada. Todas las águilas ya saben que es imposible intentar volar más alto de lo que lo he hecho yo.

Dame cinco minutos y te cuento todas las veces que caí, y las que me seguí levantando.

domingo, 18 de octubre de 2015

Ciencia Ficción.

Porque aquella noche hasta respirar dolía,
lo único que me ataba a ti era el nudo de mi garganta
tanto que gritas y lo único que salía era de los ojos.
Me dejaste abrazando aquella noche a los recuerdos.
La soledad hizo más presencia que tú, y tu voz mi insomnio.

Me abrí para ti, sin darme cuenta que mientras entrabas, afilabas tus cuchillos.
De rojo se tiñeron tus manos, pero con un perdón no se solucionó.
Mis rodillas no aguantaban ya el peso de tanto, tanto vivido, tanto sufrido.
Sigo aprendiendo que cada día no será tu sonrisa la que me despierte.
Que ya no habrá más "ten cuidado". Sigo aprendiendo que me destrozaste.

Pero oye, te digo hoy que no, que no vuelvas.
Volver significa que algún día te fuiste, y tú eras de cometer tus errores varias veces.
Las heridas sólo se curan si no se hurgan en ellas, y que regreses es abrirme en canal.
He aprendido a volar con las alas rotas, a sonreír con el corazón en dos; y eso no es moco de pavo.

No todas las caricias transmiten calor, otras te hielan el alma.
Así como no todos los besos son de amor.

Realmente soy yo, yo mismo. Y por ti no fui yo, fui otro. Otro trofeo más, pero ya no, vuelvo a ser yo.

Yo mismo. Y sin ti.

miércoles, 12 de agosto de 2015

No más. Sólo yo.

"Y si por casualidad..." le susurró el corazón a la cabeza, sin saber lo que escondía ese "Y si".
Tantos que te dejan con las ilusiones rotas por arriesgar, por no apostar a caballo ganador.
Cuando me dijiste que no todo era blanco o negro, que también estaba el blanco roto y el gris marengo.

Y si por casualidad no me volvía a romper, sería eso; sólo un milagro con pocas posibilidades de que sucediera. Que no podía arriesgarlo todo por ti, es algo que nunca entendiste. Como yo tampoco hice por entender tus manías hacia mí.
Tres horas bastan para enamorar con una sonrisa. Que no hay un solo segundo en el que no me arrepienta de haber hecho miles de cosas, pero sé que hay luz, y que si no puedo sentir; por lo menos tendré fuerzas para seguir en pie, por muy herido que esté.

Mil o cien, no importa en cuanto me pueda romper, simplemente sé quien soy, de donde vengo y lo más importante, a donde quiero llegar. La compañía irá y vendrá, pero sólo yo me acompañaré en el camino, así que más me valía empezar a quererme un poco, sólo un poco, con apreciarme más que a ti, me podría considerar afortunado conmigo mismo. Que muchas veces no se trata de un 80-20, o un 50-50. A partir de este instante tenía que ser un 100, pero conmigo mismo.

Afán de superación, de demostrar qué tengo en mi interior, de ser capaz de mantener la cabeza en alto y gritar "sigo aquí, esperando el próximo disparo." Que se sabe que todo llega y todo pasa, que todos perdemos a alguien, pero mientras que no nos perdamos a nosotros mismos, no es el fin. Que sí, que todos debemos sonreír porque realmente lo merecemos; y el primer motivo es porque estamos donde estamos y con quien estamos.

Que puede doler mientras se recuerde, pero en un futuro ese dolor sólo será fuerza y resistencia en el músculo involuntario, el encargado de jodernos la vida, pero aún así nos la facilita si acierta.

Todo se resume en tres,
ser, estar o padecerse
Éste último ya no más.
Que no quedan alas,
que no queda mar para sobrevolar.

Como tampoco hay faro que me advierta
del peligro que esconden tus labios.
Advertencias sordas, sin señal luminosa.
Dame tu cara, y no la cruz de esta moneda con la que pagas,
que no es la misma que la mía.

Que mi veneno se vuelve antídoto,
mis muros caen cual castillo de Naipes.
Mi sombra desaparece entre tanta luz,
Y programo mi corazón para que empiece a quererte a mediodía 
y termine como la cenicienta.
Que no, que después se convierte en hortaliza, 
no insistas.
Fin.

Bueno, semifin.



Warrior.

Veneno en besos
versos de amor, odio de dos.
Cigarros que me consumían,
risas a destiempo, penas a cada hora.
Sangre fría y ojos de fiera,
con sed de más corazones,
roces de pieles erizadas por el frío de mi interior.
Ventiscas de ira.
Idas y venidas de caricias.
Redes en las que morir ahogado.
Alas para volar lejos. Huracanes que esquivar.
Luchas dentro de mí.
De esos guerreros que no llevan espada ni escudo,
pero sí una malla de acero en el corazón. Invencible.
Porque hasta el último suspiro se sigue en pie;
sin importar las heridas de guerra, sólo las ganas de pelear.
Hasta la llama más grande se consume. Y te consume.

lunes, 4 de mayo de 2015

No hay título porque no se me ocurre ninguno.

No hay verdades como puños, como tampoco tus caricias me contaron todo.
Fueron sonrisas que escondían balas, y la diana yo,
estando bien he estado mal, como el mar.
Cuando en la superficie aparenta serenidad, en el fondo se esconde la mayor de las tempestades.
Hundiendo corazones de titanio, y quemando alas de hierro.
Creyendo que aún sin saber nadar, serías mi chaleco salvavidas.
Pues contigo me quité el antibalas, dejando que fusilaras todo. De mi.
Respondiendo a cada uno de tus susurros y sin saber cómo ni dónde me perdí.
Sin salida estoy, miento. Hay, pero me hago el ciego.
Porque todo está bien, o eso me dice mi cabeza, en morse.
A lo mejor lo interpreto mal. O a lo mejor no quiero interpretarlo bien.
¿Quién sabe? Pues yo lo sé, pero en lo que respecta a ti, nunca sabrás entenderme.
Como no lo sé hacer ni yo. Porque cada uno es un mundo, pero me considero un universo de complejidad y de agujeros negros repletos de todo el afecto dado en vano.
Estudiando la posibilidad de despejar el sufrimiento en la ecuación, tratando de que la felicidad sea la constante, y no una simple incógnita.

Rellenando los huecos que me faltan, dando palos de ciego al aire.
Estando en mí sin llegar a estarlo completamente por querer saberte de memoria.
Quemándome las yemas de los dedos con sólo tocar tus lunares.
Coloreando la comisura de tus labios con el amor que sangro.
¿Qué se hace corazón ahora que ya he utilizado las tripas? Y el estómago, y todos los órganos.



miércoles, 8 de abril de 2015

Existe.

No existen las ganas de terminarte.
De acabar los besos que un día dejé a la mitad,
con insaciable hambre de más.
No existe el momento de cambiar tus imperfecciones,
porque a mis ojos ya son perfectas.
De terminar de contar los lunares de tu espalda.

No existen minutos que no se evaporen a tu lado,
ni razones por las que parar de besarte.
No existen manos que sepan tocarme mejor que las tuyas;
como tampoco labios que transmitan mayor seguridad.
No existe un "yo" sin "tú".
No existe negación ante tus ojos.
Sí existen las palabras que me callo en cada beso.

No existe razón lógica de abrazarte,
porque es una idea de mi corazón.
Sí existen las ganas de soñar(te), 
o de perderme en la comisura de tu sonrisa.
Sigue existiendo la magia del primer beso,
como lo hace también la aceleración de mí, cuando lo haces tan bien.

No existe realidad sin ti, porque sí.
Sí existen sueños en los que apareces, también despierto.
Puede que existan ganas de dejarte libre.
Miento. No existen.
Puede que no exista cuando no estás, 
ni tú ni tu todo.

Existe un sin fin de posibilidades de amarte,
en diferentes formas o lenguas.
La misma que se sabe toda mi anatomía.
Existen susurros a gritos, sangrando la garganta para que oigas.
No existen opciones de ubicarme en ti.

Existen mil maneras de odiarte, y mil más de quererte.
No estoy seguro de si existe todo lo demás,
sólo estoy seguro de tu existencia en mi cabeza,
en mi corazón y hasta en la yema de los dedos con los que te acaricio.

sábado, 4 de abril de 2015

Puede ser.

Me asustan mis ganas de tenerte,
o de perderte.
Me niego al corazón por miedo a sus tempestades.
Me encierro en mi coraza,
sabiendo que aún así tu sonrisa la romperá.
Y entonces recobraré el aliento,
el mismo que me quitas en cada beso.
Pero me das también la vida.
Como un viaje de ida a tus labios,
sin vueltas ni paradas.

Sin razón me desubico,
pero son tus ojos los que me encuentran.
Y me llenas de luz, rompes mis esquemas.
Y te digo que no, pero entre líneas es un sí rotundo.
Todas mis murallas se derrumban cual castillo de naipes.
Esquivas todas las fosas repletas de ilusiones rotas y las ensamblas,
a la perfección.
Como yo contigo,

Supiste crear en mi corazón un lienzo totalmente en blanco.
Sanando heridas y pintando suavemente con la punta de los dedos.
Inspirando oxígeno nuevo.
Realmente me asusté de tenerte,
de ilusionarme y romperme, porque si,
porque soy así.

Y porque nadie ha sabido descubrirme como tú;
sabiendo qué puntos tocar para derrumbar mi fachada.
Pensando que sería inmune a tus besos, a tus caricias, a tu olor.

Queriendo siempre más ganas de ti, incluso cuando me muerdes el labio.
Viendo pasar fugazmente las horas a tu lado,
como si de cometas se trataran.
Las misas que sin ti me pesan en el alma, y a cada segundo más.

Contemplando tanta inocencia y dulzura mientras duermes,
confiando en que mis brazos te darán un buen sueño,
sin saber que tú ya eres mi sueño despierto.

Arrojando luz,
devolviendo sentido a mis actos.

lunes, 23 de marzo de 2015

A nadie.

Al exhalar el humo he notado que me rajaba la garganta como miles de navajas suizas recién afiladas, no obstante también me he dado cuenta de que me ha dolido menos que aquellas palabras que soltaste como si de disparos al aire se trataran. Un "ya no más" o ese famoso "he perdido el interés". Palabras, simples palabras que dependiendo de con qué otras se junten pueden crear el cielo o el peor de los infiernos, apuntando a quemarropa contra el alma, sabiendo que una vez que aprietas el gatillo ya no hay vuelta atrás. Y yo, que me quité mi chaleco antibalas, que fui ingenuo y nada precavido intenté esquivarlas, sin saber que intentarlo era como andar sobre el agua, como apagar el fuego añadiendo gasolina. Yo que no soy nada de rectificar, y allí estaba, suplicando un beso más de esos que te quitan el aliento y apenas puedes respirar, en mi boca saboreando el agrio de mis palabras, de mis actos, de mis insensateces. Sabiendo que para ti no existen las segundas oportunidades, sabiendo que nunca he sabido quitarte aquella coraza color carne que disimulaste.

Después de la tormenta siempre llega la calma, he escuchado siempre; debo de estar persiguiendo al huracán que me atormenta, viendo como sangro, sorprendido porque siguen brotando lágrimas. Yo, que me creía seco. Lamentando el no poder seguir jugando con tus lunares, no poder dibujar nada en tu espalda. Odiando mi soledad por ver como te ibas por la puerta, cerrando de un portazo tan sonoro que mi corazón se rompió en 4, o en 5... o en 1000.

Intentando congelar aquel momento, aunque fuera el último, pero congelado contigo y conmigo al fin y al cabo. Sacando las astillas del pasado, curando bien las heridas y pensando que podría volver a ser como antes.

Evaporándose por momentos tu interés en seguir conociéndome. Acechando sombras que tiran de ti, que no dejan que descubriera tu luz, luchando contra ellas por tenerte a mi lado. Con miedo de que descubran lo que me fascinó de ti, que sepan hacerte reír y disfrutar de noches mejores que las que ya sólo son recuerdos. Que sepan cambiar tus imperfecciones, las mismas que yo descubrí y dejé por ser perfectas. Que besen mejor que yo tus lunares.

Con miedo a que ya no
a que conmigo no
pero sin mi si.

Con miedo esperando a que no me eches de menos.

Soltando en enormes bocanadas los latidos que ya no quedan, o las ganas que me sobran.

Esperando
y desesperando.
Por ti.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Ceguera irreversible de corazón.

Que nunca estuvo de más perdonar en silencios,
hacer caso omiso al orgullo y pensar con el corazón.
Sabiendo que al hablar en plata todo y nada se desvanecería.
Todo enigma por descifrar, el puzzle más ansiado de resolver,
y de volver a guardar en la caja desencajando las piezas.
Con la misma facilidad con la que me robaste un beso
o todos aquellos suspiros con toneladas de sentimientos.

Recordando tu sonrisa en el espejo, el humo del cigarro y la taza de café.
Tu voz al despertarte y tus "5 minutillos más" para quedarme,
que se convertían en un día entero.
Aquella mirada que transmitía calor, arrancando de mi piel todo el frío,
como hace la primavera con el invierno,

Bañando en lujuria todos mis lunares, dejando constancia en mi cuello de tus besos.
Confirmando tu existencia en todas mis extremidades, pecando juntos.
Que no hay mayor locura que morir dulcemente en tu cama,
en tus brazos. En ti.

Sabiendo que podrías cambiar mi vida, para bien o para mal,
trasladando la rotación de mi mundo hacia tu sol. 
Poniéndome en tu universo. Y yo en mis estrellas.
Soñando contigo y pintando tu sonrisa en mis eclipses más oscuros.

Cediendo y consumiéndome como tus cigarrillos entre los labios agrietados.
Asimilando que ninguna estrella vive para siempre, que hasta el rey más poderoso muere.
Que hasta un corazón se rompe.
Descubriendo tu anatomía, convirtiendo mis imperfecciones en tus pérdidas de sentido.

Reclamando lo que debería de ser tuyo, todo menos mi corazón.
Haciendo cuentas del tiempo que nos quedaría juntos.
Rebuscando en cajones aguja, hilo y vendas para el corazón.

Dejando de latir por tu amor.
Por ti,
pero no por mi.


jueves, 12 de marzo de 2015

A todas mis preguntas, todas mis respuestas.

Me pregunté si se podía sostener 
un corazón caliente con unas manos frías.
Me pregunté qué vendrías a buscar en mí,
si todas tus dudas las resolví.
Me dije que ya no más.

Me pregunté si pensar con la cabeza o con el corazón,
si ser razonable estaba incluido en mi forma de ser.
Me pregunté si debía arriesgarme y sentir,
porque un corazón roto piensa por dos.
Me dijo que ya no más.

Me pregunté si habría alguien más,
si yo sería ese alguien más,
Si sería alguien; a secas.
Sólo yo y un corazón; a secas.
Uno seco.

Me pregunté qué sería de mí,
de ti sin mí.
Me exigí que ser fuerte no sería ninguna opción,
sino una prioridad.
Cimentar las bases del olvido.

Me obligué a construir puentes,
derribar murallas y guardar armaduras.
Dejar de enseñar los dientes y las garras.
Saber distinguir el bien
de tu mal.

Y al final te pregunté.
Te hice pregunta y te convertí en respuesta.
Te resolví sin más.
Convirtiendo tu pecado
en mi perdón.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Geografía de ti.

En cada caricia me perdí en tu mundo de serenidad y protección, sabiendo que ningún fenómeno atmosférico te arrebataría el calor de mi corazón. Situándome en continentes los cuales me moría en vida por explorar y descubrir, los más escondidos y los más expuestos, siempre tenía algo nuevo por conquistar. Estando en ti, estaba en mi paraíso; pero sin infiernos a la vista. Sin oscuridad ni nubes de tormenta. Nunca he podido evitar perderme en ti, buscarte, encontrarme y volver a desaparecer. Como si jugáramos al escondite, tu corazón y yo. Siempre se dejaba encontrar, y mi esmero en esconderme no era muy grande.

Teniendo muy claro mi Norte, en tus ojos lo perdí. Mi Norte, mi Sur y todas mis coordenadas. Mi pizca de vergüenza y mis ganas de dejarte marchar. Como ese verde campo después de cuatro noches lloviendo, y 3 primaveras floreciendo, recién húmedo por las gotas de rocío.
Aquel verde que me enredó sólo como una enredadera podría hacerlo. La misma que utilizó Romeo para subir al balcón de su Julieta.
El mismo verde que me quitó el sueño y lo transformó generosamente en ojeras.

Palabrería que cantabas la cual era mi auténtica perdición, resonando en mis oídos por días y las que repetía en sonidos mudos en las noches más frías de invierno. Pocas veces se quedaban colgando en tus labios, o rebotaban contra tu perfecta dentadura. Brillante como un auténtico diamante de Tiffany & Co.

Tu canon de belleza al más puro estilo de la antigua Grecia. Perfección absoluta. Pasión e inspiración. Desatando las mayores de las envidias allá por donde pasaras, queriendo besarte o, ser como tú.

Lo que nadie supo fue lo que escondías, un sin fin de risas robadas, besos devueltos con retraso pero siempre pagando intereses. Abrazos que abarcaban galaxias completas, teniendo celos el sol, puesto que el calor que ya recibía no venía de él, sino de ti.

Entre tanto, supe conocer mi suerte, supe valorar y darme cuenta de que aquello que creía soñado formaba parte de un principio de cuento, pero de esos que no tienen final, ni se comen perdices.

Un final que se marca con sólo cuando los dos corazones dejan de latir. No importa si se han adentrado en ti después de mi, porque lo que un día se quiere, no se puede borrar de un corazón marcado.

lunes, 2 de marzo de 2015

Yo, mi, me, conmigo.

El otro día me desperté al escuchar unos insistentes golpes en mi ventana, era la felicidad que venía para quedarse bastante tiempo, lo supuse por todas las maletas que traía. Me comentó que dejara abierta la ventana para que se fuera todo el aire que me contaminaba, y de paso para traer más cosas que se había dejado en la calle. Mientras, en el salón escuché todas aquellas carcajadas perdidas en tus labios, se pusieron muy contentas de verme y de tanto que gritaban, tarde un buen rato en saber lo que querían decirme "que nos quedamos nosotras también, pero prometemos no estorbar" escuché. Tras los sonidos del timbre de la puerta se escondía mi sonrisa, aquella que decidió irse el día que te encontré, pero que había decidido volver a casa, que había visto medio mundo y que a nadie que no fuera yo le sentaba tan bien aquella curva en los labios.

Les puse de comer, venían hambrientas de mi. De escucharme llorar, pero de alegría. Porque no hay nada más bonito que llorar de alegría, pensé en aquel momento. Me contaron que ya era hora de recobrarlas, que no me iban a volver a dejar solo.

Fui testigo en aquel momento de lo que perdí, de lo que dejé ir, se me escaparon; aunque por suerte supieron regresar. Y con más fuerza que nunca.

Nos pusimos al día, nos contamos todo. Supieron como iluminarme y hacer que recobrara el brillo de mis ojos al ser feliz. Para mi sorpresa, me comprendieron y decidieron que deberíamos de estar más unidos que nunca. Tardé casi media hora en analizar la situación, pero lo único que pensaba es que volvería a ser yo, que era ese el motivo por el cual habían venido.

Sacaron la basura, todas aquellas malas caras, lágrimas y demás amarguras que me habías causado. Supieron curar mi corazón, vendarlo y coser las heridas más espeluznantes que podría haber en aquel órgano que carecía de razón. 

No puse queja alguna, puesto que lo hacían por mi bien. Supieron perdonarme que un día las borrara de un plumazo de mi mapa, de mi rostro, de mi vida. Pero allí estaban mis ganas de ser feliz, reluciendo como si fuera el primer día, y si cabe, con mucha más fuerza e ilusión.

En resumen, te comento que vuelvo a ser feliz. 
Yo, conmigo.
Y mis cosas. Mis más y mis más menos que más.

sábado, 21 de febrero de 2015

Donde no existe el fin.

A quien realmente se lo merece, por estar siempre ahí.

Que habrá batallas
y tratados de paz.
Que tendremos nuestros menos
pero siempre los convertiremos en más.

Que perderemos nuestro norte
pero sabremos guiarnos al sur.
Que nos lanzaremos cuchillos a la cara,
pero siempre mataremos a las espaldas por nosotros.

Que vendrán huracanes, tormentas y terremotos.
Caernos y levantarnos
pero siempre sabremos estar en pie,
luchar y salir airosos.

Que no sabremos lo que pensamos
aunque al mirarnos a los ojos sabremos qué ocurre.
Retrocederemos,
pero siempre sabremos tirar de nosotros.

Seguiremos envejeciendo,
aunque cada vez con más anécdotas.
Se irán y vendrán,
pero siempre podremos contar con nosotros.

Seguiremos cosiendo las heridas del corazón,
intentando curar las internas con alcohol.
Pasaremos alegrías y tristezas,
risas a carcajadas y llantos desconsoladores.

Porque tú en mí y yo en ti,
nos haremos dueños de lo eterno.
Una amistad que no entenderá nunca de prejuicios
ni de finales.







martes, 17 de febrero de 2015

Sin ti soy yo.

Cuando me ves y cuando estás,
Cuando es y cuando soy.
Con tu todo y mi nada,
me dices de todo y yo no soy yo.
Sino tú. Tu esclavo.
Me pierdes y te encuentro.
Yo, no tú
Éramos sin ser ni estar.
Ni besos ni caricias,
sin heridas ni peleas.
Sobraba y me evitabas,
sobras de amor, amor con hambre.
Me llené de ti, sin tú estar.

sábado, 14 de febrero de 2015

Me voy, me fui. Ya no estoy.

Al final he decidido hacer las maletas, pero no me las he llevado. Si te preguntas dónde estarán, te comento que las he dejado en tu puerta. Metí todo, ropa, mi reloj (le tenía manía a ese maldito aparato, siempre haciendo que el tiempo se evaporase cuando estaba contigo y que los minutos se convirtieran en años a la hora de estar separados), aquellos zapatos que me regalaste (que sí, que me siguen encantado, pero se me quedaron pequeños al igual que tu amor). La colonia que tanto te gustaba, me acuerdo cuando la oliste por primera vez; de mi cuello a tu nariz. Se te cambió la cara, y creo que en ese momento te enamoraste un poquito más de mi. Y si miras bien, debajo de toda la ropa y de todas las ilusiones rotas, hay una cajita, en ella está todo lo que te quise decir cuando me callabas a besos. Ten cuidado al abrirla porque pueden salir frases volando como si de una bomba se tratara.

Y es que me pongo a pensar y acabo de caer en que no te he dicho la combinación del candado, pero supongo que tú ya la sabrás, que ya la habrás abierto y te habrá saltado todo a la cara.
Los recuerdos me los he llevado, lo siento; los dos sabemos que yo los voy a cuidar mejor. Otra cosa no, pero recuerdos nunca has sabido guardar. Corazones sí, por donde pasabas arrasabas, siempre dejando tu firma. 

Ni que decir tengo que no hace falta que me mandes la maleta de vuelta porque me he ido, lejos, para no volver. Espero. Creo. Supongo...

viernes, 13 de febrero de 2015

Viniste y ni te vi.

Viniste con tu ego y me dejaste con las ganas.
Viniste y me hiciste un nudo en el estómago,
de esos marineros que no se deshacen ni con el viento del norte.
Hiciste conmigo lo que a las azafatas el mago.
Bonitos trucos hiciste conmigo
aparecía y se esfumaba el amor con un ligero golpe de varita.

Viniste sonriendo, provocando tormentas,
tu amable sonrisa que escondía la más perfecta destrucción.
No supiste controlar lo que estabas creando,
y yo
cuando me quise dar cuenta, ya era tarde.

Tempus fugit me comentaste, quid pro quo añadiste,
sin saber que lo que te susurré
en forma de suspiro fue mi casus belli.

Viniste, ¿de qué infierno viniste?
para hacerme pecar así. Sin arrepentimientos.
Viniste y te sentí; ahogándome con cada palabra
sabiendo que eras mi perdición, y mi salida.
Mi llanto y mi consuelo.

Viniste abriendo heridas,
matándome los besos
acribillando mis abrazos a balazos.
Desangrando mis dudas.

lunes, 9 de febrero de 2015

Elastic heart

Que sentías, que mirabas
que quería, que no estabas.
Frases pero en susurros que no escuchaba.
Que viniste y te fuiste
que no volviste y me marchité.
Como estrella fugaz, y te pedí de deseo
miles tenía guardados para ti.

Que miré pero no veía, ni te sentía.
Ni tanto ni tan poco, que ni tú ni yo
será cierto que tú no y que yo sí.
Solamente sé que no te percibo
para bien o para mal.

Sin estando, estás.

¿Qué sentías?

Cuando me mirabas.

martes, 3 de febrero de 2015

La anatomía de tus estaciones.

Empezando por lo que nunca te conté
fueron tantos los miedos de perderte.
De perderme. En ti.
De no saber escapar de aquel laberinto
amor lo llamaste, infierno, corregí.

En tus manos siempre era verano
otoño en tus ojos. Primavera en tu cabeza
invierno en tu corazón.
Frío. Mi único recuerdo es el frío que dejaste.
Tu pecho. Pobre el loco que se pierda en él.
Siempre al compás de mi respiración.

¿Cómo llegamos? ¿Cómo me escapé?
¿Por qué me dejaste ir?
Simplemente fue sencillo, y es que aquel laberinto
tenía salida.
Vena cava y arteria aorta las llaman.

lunes, 2 de febrero de 2015

Demanda de divorcio.

Te cuento, porque siempre me ha gustado contarte lo que se me pasaba por la cabeza, y como ya no estas, no tengo más remedio que decírmelo a mi. Se han divorciado, y la primera pregunta que te rondará será ¿Quiénes? ¿Tus padres? ¿Tus tíos? ¡Nada de eso! estamos todos muy felices y contentos, y yo el que más desde que te has ido. Mi cabeza, que le ha pedido el divorcio a mi corazón, siempre ha sido muy autoritario, y ella dice que no puede más; que necesita algo de sensatez y que con él no lo consigue, todo por impulsos (como yo, pero tú eso lo sabes de sobra). "Estoy harta de que sólo lo escuches a él, y encima siempre te ha llevado a tomar decisiones erróneas... Y no me digas que me equivoco porque tu y yo sabemos que soy yo quien guarda tus pensamientos, Luis." Me comentó ayer antes de dormir. Mientras tanto, el corazón se limita a echarte de menos y a no prestar atención a lo que se le viene encima, es el único de todo mi cuerpo que todavía no se ha dado cuenta de que no tienes pensado volver.

Todos se han puesto de parte de ella. Mis ojos, que al principio no daban crédito de lo que estaban viendo, pero no se dejaron engañar por el corazón y le hicieron caso a la cabeza. Mis oídos, ellos optaron por escuchar a ella también. En la demanda de divorcio alegó que pensaba pelear por quedarse la custodia de todos los órganos de mi cuerpo, por los sentidos, incluso quiere al apéndice de su parte. ¿Te puedes creer el revuelo que ha creado mi corazón por fijarse en ti? 

Se ha quedado solo, ya que te fuiste y tú eras su único apoyo, pero cuando te marchaste decidió romperse, no en dos ni en tres, sino en mil.

Te sigo informando de que tal y como están las cosas yo sinceramente no creo que vayan a reconciliarse. ¿Quién sabe? A lo mejor le viene bien al corazón estar una temporada solo.

domingo, 1 de febrero de 2015

Next chapter. Next book.

Me sorprendí al seguir escribiendo nuestro libro y quedarme sin páginas, cuando solamente iba por la mitad de la mitad. No pude escribir un final que valiera la pena, ni tú pusiste de tu parte. Fue en ese momento en el que me percaté de todo, a lo mejor no querías ningún final porque tampoco querías un principio. Cerré el libro dejando palabras a medio terminar, lo rocié con gasolina y le prendí fuego, dejando que las llamas hambrientas de odio devorasen sin piedad una historia que había sido todo ficción, que tú ni si quiera sabias que existía. Tantas sonrisas se calcinaron, irreconocibles hasta para un forense. Todo se volvió polvo, hasta tú. Y siento decirte que desde hoy, empiezo a olvidarte.

sábado, 31 de enero de 2015

Recuerdos al olvido.

Escribí nuestra historia en una botella, la misma que utilicé para no pensarte. ¿Te he dicho ya que he empezado a olvidarte? pues sí, o por lo menos lo he intentado. El único problema es que yo nunca he sabido como evitar caer en esas telarañas que tejías a mi alrededor.
Empecé por tu sonrisa, ya no me acordaba de ella, últimamente no lo hacías mucho conmigo. Y tus labios... ¿Qué me dices de tus labios? grandes pero a la vez pequeños, tenían una forma perfecta para los míos, ¿te has dado cuenta de que siempre encajaban a la perfección? como dos piezas de un puzzle. Nunca quise darme cuenta, que esos labios por los que moría yo, eran los que me mataban en cada beso, cada vez un poquito más intoxicado debido al húmedo veneno que me inyectabas cuando me mordías el labio inferior.

Tu nariz tan peculiar, de perfil, de frente, de espaldas. Perfección.

La constelación perdida que escondían tus ojos, opté por perderme allí, visitando planetas que no se habían descubierto; o eso me hiciste creer. Ese iris color caramelo que al principio del todo, cuando no te atrevías a hablarme por vergüenza, casi ni podía ver de lo dilatadas que tenías las pupilas. Me podría haber quedado como dos minutos buceando, y 12 años. Tan negro que parecía el fondo del océano, pero a la vez era un color raro, que en la vida volvería a ver. Pero como todo se acaba, mi oxígeno fue desapareciendo, me quedaba sin aire y tú no te dabas cuenta, entonces lo supe. No buceaba en un gran océano sino en tu corazón.

Ese lunar que adornaba tu rostro, otorgándole un aspecto más interesante si cabe. Cada palmo de tu rostro fue recorrido con mis besos, haciéndome dueño de ti.

El otro día empecé a olvidarte, y cuando iba pensando qué ignorar de ti, iba volviendo a evocar aquello por lo que un día morí. Morir en vida. Nunca pensé que pudiera ser posible, de hecho, quien lo niega es porque no te ha conocido. No ha escuchado tu risa, aquella que hacía que mi corazón bailara de alegría. Porque no te habían visto venir, irte, quedarte, porque no han sentido como mariposas con alas de cristal se iban muriendo dentro de mi, haciéndose añicos y clavando sus afiladas extremidades en mi. Iban a morir al corazón y es allí donde se apilaban esperando su hora.

Todavía me quedan recuerdos de ti, recuerdos que enmarcaré y pondré en mi cabeza. Pero eso sí, de cara al olvido.


jueves, 29 de enero de 2015

Sentimientos mudos.

Cuando las caricias se quedaron de piedra, los susurros sordos y los besos mudos. Cuando ya no te percibía con ninguno de los seis sentidos (tampoco te notaba en el corazón). Fue cuando empecé a creer que las casualidades existían. Tú siempre mi infierno, nunca queriendo formar parte de mi paraíso. Yo siempre tan cerca, y tú poniendo océanos de distancia. Tanto y tan poco a la vez.

¿Cuándo dejamos de ser? ¿Cuándo dejaron nuestros corazones de latir al compás el uno del otro? Fueron tantas las cosas buenas, que ahora no son; pero siguen siendo, mis mayores miedos.
Fueron tantos los sentimientos, que ahora sólo me quedo con uno, apagado. Que me has tirado al mar de pies atados y sujetando los recuerdos con una mano.

Con la incertidumbre de si volverás o no, sin querer autoconvencerme de que hiciste las maletas y te marchaste para no volver, poniendo varios pasos de distancia por mi bien, o eso decías. Tóxico te gustaba llamarlo, amor lo llamaba Shakespeare. Sigo pensando que aquellos ojos color caramelo volverán, fue todo una pesadilla, me gusta decirle a mi corazón hambriento que pregunta por ti.

Con una copa en la mano y en la otra un cigarro porque de algo habrá que morir, y si no es de amor que sea de algún vicio más sano que éste. Esperando una llamada, un "¿Qué tal estás?", o simplemente para que me digas que ya te has olvidado de mí, y me des permiso para hacer yo lo mismo contigo. 

Siempre me gustaba escuchar a mi corazón. Supongo que tú sólo a tu cabeza. No quedan cenizas que intentar prender.

Testa e cuore

Cabeza o corazón
sentimientos o razón
lógica, razón ilógica la sentimental.
El corazón seguro de tener razón.

Las cicatrices frías y abiertas
la piel erizada.
Tres noches han pasado
y siete primaveras
desde que me dejaste vacío.

Pobre corazón, destinado a estar equivocado...
De por vida.

                                  

jueves, 22 de enero de 2015

B&W

No todo es blanco o negro, realmente, siempre es de todos los colores habidos y por haber, menos estos dos. ¿Qué sería de nosotros si sólo tuviéramos dos opciones en la vida? ¿Sería más fácil? Al fin de cuentas, lo único que necesitamos es elegir siempre una única salida a los problemas. Por mucho que le recemos a todos los Dioses (y si se me permite mencionarlos...) o pongamos velas a los Santos, nuestro destino ya está escrito, desde el día en el que nacemos. No sabemos muy bien cómo manejar nuestra propia vida, se nos va, se nos escapa demasiadas veces de las manos; y esto ocurre al pensar excesivamente las cosas, a darle la vuelta a lo mismo durante más tiempo del que requiere la situación.

Quizá si pudiéramos leer el pensamiento de la otra persona, todo sería más sencillo, aunque no se llamaría vida, sino "modo fácil del juego" y vivimos en el modo experto. Son varias las cosas que en simplemente 24 horas pueden asustarnos, echarnos hacia atrás, que lleguen a crear dudas en nosotros mismos, cosa que no debería de suceder. Aún así, ocurre. Coger el toro por los cuernos, saber salir airoso de un problema, ya sea grande o pequeño, porque para cada uno, sus propios obstáculos del día a día son un mundo, sin embargo visto desde fuera parecen granos de arena.

Sentimos miedo por cosas ridículas, pero también es verdad que estas cosas insignificantes pueden hacer que nos rompamos en dos, o en tres... O en mil pedazos, ¡y después intenta tú recomponerte otra vez! 

Lo triste es que sentimos, pero sentimos erróneamente, juzgamos de la misma manera y vivimos peor. Simplemente es tener suerte, suerte de poder enamorarte de alguien; y te digo que si las flechas de cupido te han dado (y de lleno), puedes darte con un canto en los dientes, aquí el 90% está pillado por alguien, y siempre suele ser algo que no es recíproco. Triste pero real.

¿Y si comenzásemos a pensar menos y a sentir más? Pero eso sería lo fácil, el color blanco. Nos gusta complicarnos demasiado, tirar más hacia el negro.