viernes, 4 de noviembre de 2016

Pinceles que trazan sonrisas.

Porque el sol pinta en cada amanecer un nuevo día ya que no hay nubes grises, mientras el viento va cantando su canción, y mis raíces son más fuertes, han penetrado más y más.
Como si fuera primavera cada vez que mi corazón susurra una melodía nueva, porque está feliz, gracias a que los pájaros se comieron las hormigas que poco a poco lo debilitaban.

Porque el agua de las lluvias torrenciales borró todo. He sentido que he evolucionado y que todo se lo llevó la brisa, ese cambio de aires que tanto odio le tenías, y ahora lo entiendo, porque sabías que no te pintaría en mi nuevo paisaje. Que los colores serían más vivos, perdón, son. Que ahora ya brillo de nuevo.

Porque donde me encuentro es un sitio maravilloso donde nada duele, donde el dolor no está a la orden del día y todo lo que me hace feliz me rodea. Que la música suena más alto aquí en mi zona. Y aunque no podíamos por el cielo, caminé contigo por el infierno, y ni eso me importó; llámame egoísta pero es que no pienso volver a quemarme cuando el que prendía aquello eras tú.

Porque dicen que el infierno puede ser divertido si estás con el demonio adecuado. Mentiras. Lo primero es que no te tendrías que buscar a ningún demonio, mejor solo que mal acompañado dicen. Verdades como puños, piernas, cabezas, brazos y demás. 

Porque supongo que viste justo romperme el corazón después de que yo lo hiciera con tus esquemas. Atacaste por miedo y confundiste al enemigo, y te doy las gracias, porque ahora ya nada puede frenarme ni herirme, puesto que llevo mi escudo a todas partes. Porque gracias a ti me hice más fuerte.

Porque ahora gracias a ti dudo, y sí, dudar de las personas es algo bueno, y nuevo también. No le entrego mi mejor sonrisa a quien sea, sólo a quien lo merece. Porque esas personas las puedo contar con los dedos de las manos, y son las mismas que en mi peor momento no sólo me echaron un cable, sino todo el sistema electrónico de Apple, Google y Samsung. A esas les debo la vida.

Porque también aprendí que eso de mantener a tus enemigos cerca es una tontería como la catedral de Burgos. Como todo lo que salía por tu boca, exceptuando lo que me comentaste: "es que tú te mereces a alguien mejor, a tu altura" y yo como un loco rebajándome para que tú estuvieras a mi nivel.

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