jueves, 12 de marzo de 2015

A todas mis preguntas, todas mis respuestas.

Me pregunté si se podía sostener 
un corazón caliente con unas manos frías.
Me pregunté qué vendrías a buscar en mí,
si todas tus dudas las resolví.
Me dije que ya no más.

Me pregunté si pensar con la cabeza o con el corazón,
si ser razonable estaba incluido en mi forma de ser.
Me pregunté si debía arriesgarme y sentir,
porque un corazón roto piensa por dos.
Me dijo que ya no más.

Me pregunté si habría alguien más,
si yo sería ese alguien más,
Si sería alguien; a secas.
Sólo yo y un corazón; a secas.
Uno seco.

Me pregunté qué sería de mí,
de ti sin mí.
Me exigí que ser fuerte no sería ninguna opción,
sino una prioridad.
Cimentar las bases del olvido.

Me obligué a construir puentes,
derribar murallas y guardar armaduras.
Dejar de enseñar los dientes y las garras.
Saber distinguir el bien
de tu mal.

Y al final te pregunté.
Te hice pregunta y te convertí en respuesta.
Te resolví sin más.
Convirtiendo tu pecado
en mi perdón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario