martes, 5 de abril de 2016

Magia de andar por casa.

A estas alturas no hace falta que te diga que nunca he creído en la magia, y lo sabes de sobra. Pero tus trucos eran cosa de otro mundo. Siempre impaciente por ver qué excusa te sacabas de la chistera, porque mis ganas de creerte eran superiores a la certeza de que la magia es algo imposible. Como buen mago, nunca me revelaste el secreto que escondían tus trucos. Yo como buen público lo único que hacía era asentir con entusiasmo. Tampoco creía en el dolor, pero tú fuiste experto, en magia y en ese semiplacer que nos hace querer ser siempre desdichados, porque nunca queremos ser del todo felices.

Nunca he sabido seguir tus pasos, supongo que seré un mago nefasto, porque siempre acababa cantando a voces cómo se hacía. Mis secretos y mis debilidades también, pero eso es otro tema.
Mil veces me he repetido que la magia no existe, que debía de haber algo más, y lo había. Ya te digo que eso de cortar por la mitad a una persona va contra las leyes de la naturaleza, pero nadie dijo nada de corazones -te felicito, eso lo haces de miedo, ni Houidini-. Ahora caigo que el truco de atarse con cadenas en una urna llena de agua es un truco de escapismo, y lo tienes que hacer tú mismo; no debías meterme a mí en aquel berenjenal, ¡que yo no sé magia, joder!. Pero ahí estabas, me ahogabas y me salvabas -claro que lo único que veía era la última parte- muy abrumado por sentirme a tu altura. Aunque siempre has sido tú y tus trucos.

Te felicito por esos trucos tan magníficos que te habrán costado años de mentiras y de varitas rotas    -así como también corazones- pero también te doy mi pésame, puesto que al final y sin excepciones la verdad sale a la luz, y todas esas farsas no iban a ser menos. Aprendí tus trucos, del derecho y del revés, de norte a sur, por delante y por detrás, incluso tu cara oculta. Y me hice inmune. Inmune a todos esos juegos del "Magia Borras", porque yo también leí las instrucciones, sólo hacía falta recordar quién era y si me merecía ser un simple ayudante. ¡Iba en contra de mis principios! ya sabes que siempre he querido aspirar alto, que a lo mejor tenía muchos pájaros en la cabeza, pero de lo que estoy seguro es de que a alguien a quien se le puede partir el corazón en un truco -y no a una persona, que a mi parecer eso es de principiante- y seguir teniendo fe en el amor, debe aspirar alto.

No te preocupes, ya termino -lo bueno si breve dos veces bueno, aunque a veces no es así. Y aquí me ahorro un comentario que podría dejar tu dignidad por los suelos-. Yo que siempre he pensado si servía para eso de la magia, a día de hoy me doy cuenta de que no, y lo asumo. Si eso abarca sacarte de la manga un as, una reina de rombos o una mentira. De la chistera un conejo, palomas o excusas, prefiero seguir haciendo lo que sé.

Y aunque no sé de magia
ni de sacar flores de la chaqueta,
de un golpe de varita
hice que te esfumaras de mi vida.


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